Si hacer un Taller en una cárcel tiene muchas dificultades, hacerlo voluntariamente, sin ningún tipo de recurso económico más que lo que sale de nuestros bolsillos y nuestro tiempo... es aún más difícil y se convierte en una lucha contracorriente.
Tres años llevamos trabajando en el Taller de Teatro Social, Laura Ruíz y Sandra Cerezo Alemán.
Me cuesta trabajo escribir sobre la cárcel porque es otro mundo, porque es muy fácil caer en las morbosidades que ves y oyes...pero por otro lado, si no se sacan no se saben.
Durante éste tiempo lleno de emociones, hemos descubierto mujeres que han tocado fondo por muchas razones, casi todas mujeres maltratadas por la vida que no han tenido fuerzas suficientes para salir de su pozo, mujeres drogadictas y alcohólicas, mujeres pobres, mujeres violadas, mujeres ladronas, agresivas y desesperadas que más necesitan una atención psicológica y psiquiátrica que un encerramiento en vida, mujeres que temen morir en la cárcel y mujeres que más vale que estén presas que en libertad. Pero al fín y al cabo seres humanos que han cometido un delito, desde conducir sin carnet, vender droga, dedicarse a la prostitución o intentar asesinar a su marido maltratador, todo mezclado con miles de anécdotas de vidas rotas desde la niñez. Delitos que muchas veces son necesarios para mantener la economía sumergida, las drogas, la prostitución y el alcohol, delitos que se pagan con una condena que las marca para siempre.
Y allí entre rejas, hay muchas víctimas de la sociedad que siguen luchando por sobrevivir, aún sabiendo que están, olvidadas por el mundo y señaladas por todos. Y en éstos momentos de crisis también allí hay recortes, les recortan el aire para respirar, sus sueños, sus papeles para un permiso, que tardan más de lo habitual, su trabajo con el que mandan dinero a casa.
El año pasado, cuando una de las mujeres contó que su familia la había encerrado para que no consumiera droga y ella se tiró de un tercer piso, calló al suelo y siguió arrastrándose para ir a comprar...entiendes lo bien diseñado que está el comercio de la droga.
Ellas algunos días están mejor, viven en otro mundo, siempre andan suspirando y a las mujeres se les contagia rápido la tristeza, sobre todo cuando alguna habla de sus hijos, o cuando hablan de lo que han hecho sufrir a quien les quería.
Claro que tienen que cumplir condena, pero muchas de éstas mujeres no pueden pagarse un buen abogado, no pueden pagar una fianza y algunas no saben leer.
Y ya que están allí, olvidadas, castigadas y castigándose, semienterradas que no muertas, ofrecerles el arte, el de la pintura, la literatura, el Teatro...el arte que libera la mente y que te hace soñar y crear desde el orden, la disciplina y la reflexión...es ofrecerles una herramienta más.
Durante éstos tres años en Taller de Teatro Social por el que han pasado muchas presas, hemos aprendido que ellas se lo acaban tomando en serio y trabajan duro para sacar hacia
adelante el que consegímos que sea también su proyecto, el proyecto de aquello que quieren compartir con las demás, su obra de teatro social su creación colectiva, moldeada pieza a pieza con sus vidas.
Y de nuevo éste año, a pesar del cansancio, las dificultades, la imposición de disciplina y el gasto, hemos cobrado nuestro sueldo viéndolas actuar para toda la prisión.
Solo me gustaría, que no se las mire con pena, porque ellas tienen ganas de vivir, que se les mire con la dignidad que tiene el que cumple su condena y lucha por sonreír y con la emoción de verlas intentando vivir como las flores entre las rejas....a pesar de todo.
¿Porque lo hacemos?, por necesidad, la necesidad de luchar por un proyecto en el que creemos, por la ilusión que genera hacerlo y por nuestra necesidad personal, porque nos enriquece, porque aprendemos y porque valoramos más nuestra propia vida.
Seguiremos luchado para ofrecerles esos ratitos de realidad donde también ellas aprenden a respetarse y valorarse.
Sandra Cerezo Alemán